La teoría de la manta invertida de Simeone

El argentino sigue tras la búsqueda del equilibrio perdido con la apuesta por los tres delanteros. El Atlético ha recibido 13 goles, el peor registro del técnico.

Simeone, durante el Valencia - Atlético.

Hubo un tiempo (no tan lejano) en el que la defensa era la medida de todas las cosas en el Atlético. Simeone empezó a levantar su imperio a partir de ese credo que era mantener a cualquier precio su portería a cero. A veces, incluso, dejando un poco de lado las obligaciones ofensivas.

Hubo un tiempo, también, en el que la cuestión no era quién conquistaría el trofeo al portero menos goleado, sino con qué registro cerraría Courtois, primero, y Oblak, a partir de 2015, sus siete trofeos Zamora (dos el belga y cinco el esloveno).

Hubo, además, un tiempo en el que era más sencillo cruzar a nado el Atlántico que levantar dos goles a una línea defensiva del Atlético. En el que el 1-0 se convirtió en la llave para ir abriendo puertas a través de ese mantra del partido a partido.

Eran algo más de las 18.00 horas del domingo cuando el Valencia igualaba un partido que parecía cerrado antes del tiempo añadido. Remató cinco veces a puerta y logró anotar tres goles. La zaga del Atlético, tan fiable como temible desde la llegada de Simeone, hace ya casi una década, tembló donde hace no tanto sacaba pecho. Dudó en esos minutos en los que todo solían ser certezas, y más con un 1-3 a favor. Desde 2005, no perdían los rojiblancos una ventaja tan jugosa (un 0-2 en Mallorca). Por eso el conjunto rojiblanco lleva 13 tantos en contra, su peor registro tras los 12 primeros partidos de una temporada con el técnico argentino. Uno más que los 12 del curso 14/15, cuando Oblak aún no era Oblak.

Esa nueva vocación ofensiva del Atlético, impulsado por el material altamente inflamable que maneja en su frente de ataque (Luis Suárez, Griezmann, Correa, Joao Félix, Lemar, Llorente…), airea grietas que antes eran imperceptibles. No existían, vaya. Sin embargo, jugar con tres delanteros arriba implica una serie de riesgos que Simeone ha asumido como daños colaterales. De ahí su búsqueda desesperada por un término clave en el nuevo presente rojiblanco: el equilibrio. «Que no falte el equilibrio. Me preocupa y me ocupa intentar arreglarlo», admitió el Cholo después del 2-2 ante la Real Sociedad. Cinco días atrás, el Liverpool había marcado otros tres. «Tendremos que encontrar el camino para que el equipo pueda estar equilibrado, que es lo más difícil del fútbol», repitió antes de encajar dos dianas más, ambas de penalti, ante el Levante. De nuevo, la famosa teoría de la manta. Si antes se quedaba corta en ataque, ahora lo hace en defensa.

12 ZARPAZOS EN SEIS PARTIDOS

Tras volver del último parón de selecciones, el Atlético se ha mostrado mucho más vulnerable. En sólo cuatro partidos de LaLiga ha recibido siete goles, más de la mitad de los 13 que luce en contra. Con los cinco que le ha endosado el Liverpool en dos infaustas noches, el asunto asciende a 12 zarpazos en seis encuentros. Dos tantos por duelo. Una media impensable para una retaguardia que hace un año era poco menos que impenetrable. En las 12 primeras jornadas, sólo le hicieron tres goles. En los 12 primeros partidos (el Atlético arrancó en la jornada 3), únicamente seis.

«Muchos de los goles que nos meten son a balón parado. Eso es atención y estar vivos», advertía Koke tras el áspero empate en Mestalla. La única derrota de la temporada en LaLiga, frente al Alavés, en Mendizorroza, llegó así, tras un despiste de Savic. La igualada de Hugo Duro tuvo un desenlace idéntico, de nuevo con el balcánico como espectador. Y atrás queda aquella falta de entendimiento entre Giménez y el balcánico que desembocó en uno de los dos goles del Villarreal en el Metropolitano. Son sólo algunas gotas.

Hugo Duro marca el gol del empate al Atlético este domingo.

Savic, de regreso ante el Betis tras superar una lesión muscular, está lejos de la versión que maravilló y fue clave para el título. El punto fuerte de Hermoso no son esas artes defensivas que antes bordaba Godín. Y Felipe hace tiempo que trata de encontrarse a sí mismo, tras su misteriosa desaparición futbolística. Hasta ahora, sólo Giménez, cuando el físico se lo permite, ha dado la talla. Además, la aptitud (y actitud) ofensiva de los carrileros, Carrasco más que Trippier, alegra la vista delante, pero destapa vergüenzas atrás.

Porque tampoco Oblak, que se ha ganado la santidad con tanto milagro, luce el porte de antaño. Como se vio ante la Real Sociedad o el Getafe, las dudas también pueden llegar a asaltar a los genios. A este ritmo, los 18 goles, una cifra con la que igualó en la temporada 15/16 el récord de Liaño con el Deportivo (93/94), caerán mucho antes de la Navidad.

Por todo esto anda enfrascado el Atlético en un galimatías defensivo. Quizás aún no se haya dado cuenta de que ya no vale para defender un resultado. Ahora, más que nunca, su mejor defensa es un buen ataque. Porque piezas no le faltan. Sólo tiene que creérselo.

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