Los rojiblancos, que agarraron la pasada Liga gracias a una remontada similar ante Osasuna, se encuentran con la victoria en el ocaso de Cornellà. Simeone acierta con los cambios en el descanso
La historia no es nueva. Hace sólo cuatro meses, en mayo, frente a Osasuna (2-1), Simeone reunía a los suyos con el marcador en contra, el agua al cuello y el título de Liga en el alambre. En un cuarto de hora, entre Lodi y Suárez, que marcaba en el ocaso, solucionaron el entuerto.
En Cornellá, con un guion más enrevesado y diferentes protagonistas, el Atlético despegó tras una pausa obligada por la humedad y el sofoco del recinto catalán. Las palabras de Simeone volvieron a calar entre los suyos, que acabaron por darle la vuelta al asunto tras 99 minutos de pelea. Esta vez fueron Carrasco y Lemar, disfrazado de Suárez, los que acudieron al rescate. Y todo, tras una primera parte fantasmagórica en la que el Espanyol pudo haber hecho un destrozo mayor, de no haber mediado los guantes siempre milagrosos de Oblak.
El caso es que los rojiblancos se marcharon de Cornellà, un estadio que suele torcerles el gesto (dos derrotas y un empate en sus tres visitas anteriores), con la autoestima por las nubes y la advertencia de que las primeras partes también están para jugarse. La entrada al descanso de Lemar, Lodi y Kondogbia (se marcharon Trippier, Correa y Hermoso) y el cambio de dibujo impulsaron la remontada. Por cierto, en la pasarela de Cornellá asomaron Suárez, Correa, Griezmann, Carrasco, Lemar, Joao Félix y Cunha (algunos de ellos juntos), es decir, todo el material inflamable del que dispone Simeone. Una declaración de intenciones.
MOTIVOS PARA 10 MINUTOS DE AÑADIDO
Necesitaron, eso sí, 100 minutos de partido para encontrar una solución. Un añadido que encrespó a la grada del estadio catalán, al banquillo del Espanyol y satisfizo al Atlético. Motivos tuvo de sobra Martínez Munuera para alargar el partido. Empezando por los cerca de cinco que transcurrieron entre el gol marcado por Lemar (minuto 53) y su posterior anulación tras el aviso del VAR de que Suárez estaba en fuera de juego. El árbitro aguardó al otro lado del pinganillo y acabó acudiendo a la pantalla, que tardó un rato en mostrar la repetición, para tomar la decisión. Felipe necesitó atención durante más de un minuto y el gol de Carrasco requirió de otro para su confirmación. Hubo, además, seis cambios (tres del Atlético fueron al descanso) que obligaban a añadir tres minutos más. Por el camino, algunos jugadores del Espanyol (Darder, por ejemplo) necesitaron asistencia. Todo esto justificaría los 10 minutos de prolongación.
«Fueron muchos minutos, pero tampoco vi nunca tanto tiempo perdido en un partido. Habría que mirar lo que pasó durante el partido», explicaba Simeone tras lograr la victoria más tardía de su carrera.
«Me ha parecido muy bien porque el Espanyol perdió mucho tiempo, hubo VAR dos veces… Y, además, conseguimos marcar en esos 10 minutos», sostenía Carrasco, uno de los goleadores de la tarde, que sacó a pasear el tacón de su bota para asistir a Lemar y concretar un triunfo con acento francés.
«Me puede parecer mejor o peor, pero eso lo decide el árbitro. Poco va a cambiar con lo que diga. Pocas veces se ve 10 minutos en un partido, pero soy totalmente respetuoso. Espero que sea igual cuando nos interesa a nosotros o venga a nuestro favor», lanzaba Vicente Moreno, técnico del Espanyol, que vio cómo los suyos se quedaban sin premio en un inagotable mediodía en Cornellà.
Desde el banquillo, tras casi una hora sobre el césped, volvió a celebrar goles como rojiblanco Antoine Griezmann. Su rentrée fue discreta. Arrancó de inicio junto a Correa y Suárez. Simeone, ante el atasco mental (en ataque y en defensa), agitó su pizarra tras el descanso y el francés se sintió algo más cómodo. Su tiempo se agotó con el abrazo en la banda a Joao Félix, el dueño del 7 que fue suyo, elegido hace dos veranos para hacer olvidar a Antoine. Esa ya no es ahora ninguna exigencia para el luso.
No decidió Joao ante el Espanyol. Lo hizo Lemar, que vio cómo el VAR interrumpía su primera celebración, minutos después de levantarse del banco. Y lo hizo, además, con su pierna derecha, la menos buena de este zurdo cerrado, convertido desde hace meses en uno de los imprescindibles en la pizarra del Cholo.