Raphael, una vuelta al ruedo y la exhibición de Gavi: «Ha nacido para jugar al fútbol»

Luis Enrique elogia al joven sevillano, tras su mejor noche con la selección. España disputará su duodécimo Mundial consecutivo.

Luis Enrique y los jugadores celebran el triunfo.

Seguramente el volumen de la megafonía del estadio La Cartuja no se podía subir más. A tope de decibelios, minutos antes del arranque del partido, se visualizó un resumen completo de los 13 goles del partido ante Malta (1983). Los 12 de España y el de su rival. También se reprodujo aquella gesta ante Dinamarca, en 1993. Había que calentar la noche hasta el límite para poner la directa al Mundial de Qatar. Quizás por eso, antes de que sonaran los himnos nacionales, asomó otro: Mi gran noche, de Raphael. Fue el último empujón a una grada que fue llenándose hasta arrancado el partido. Muchos aficionados se encontraron con un soberano atasco, pero acabó valiendo la pena. Sevilla volvió a poner el sello al pasaporte de España para otro Mundial. Y ya van 12 de forma consecutiva.

Y por evitar el tráfico, más de uno se perdió ese gol redentor de Álvaro Morata, con dedicatoria especial a Miguel Ángel, un niño malacitano de 10 años con un tumor cerebral. A través de la Fundación Pequeño Deseo (anima a los niños enfermos cumpliendo sus deseos), Miguel Ángel le regaló una varita mágica al delantero para que anoche marcara en La Cartuja. Por eso, después de abandonar como pudo la montaña de compañeros bajo la cual quedó sepultado tras marcar el gol, buscó a uno de los utilleros y cogió una estrella de esas que coronan la varita mágica de las hadas. Miró a la cámara y dijo: «¡Para ti!». Justo después, la Federación, en su cuenta oficial de Twitter, escribía: «Has sido nuestra estrella, Miguel Ángel. Este gol es para tí».

«Cuando sufrimos todos juntos es muy difícil que perdamos. Hemos trabajado mucho para lograr el objetivo», proclamaba Morata, que marcó su tanto número 23 en medio centenar de partidos con España. Una diana redentora en un estadio que le torció el gesto durante la Eurocopa. «Morata se lo merece. No hay mejor manera de superar las críticas», eran los halagos de Luis Enrique, firme defensor del delantero y eufórico por la clasificación para el duodécimo Mundial consecutivo de España. «Me he quitado un peso de encima», admitía el seleccionador, que se entregó a la fiesta cuando Felix Brych señaló el final. Dio la vuelta al ruedo junto a sus jugadores, mientras volvía a sonar el himno de Raphael. Porque, sí, acabó siendo una gran noche. También rugió entre los muros del estadio el Que viva España.

CAMBIOS DEL DORSAL 11

Repitió titularidad Raúl de Tomás que, sorprendentemente, cambió de número y nombre. Si en Atenas, en la noche de su debut, hace sólo tres días, paseó el dorsal 6 con sus clásicas siglas RDT, en Sevilla mutó al 11, con su nombre completo. El 6 lo portaba en el banquillo Diego Llorente. Él, Dani Olmo y Pablo Sarabia, goleador de penalti ante Grecia, arrancaron como tridente. Por su cabeza pasó la primera gran ocasión de España. A la hora de juego sería reemplazado por Rodrigo. Por cierto, que la selección nórdica no estaba sola. En uno de los rincones de La Cartuja, cientos de camisetas amarillas y decenas de banderas suecas cruzaban los dedos para evitar el embrollo del playoff para lograr el pasaporte al Mundial de Qatar 2022.

A Zlatan Ibrahimovic, que se pasó calentando con la mirada unos cuantos minutos de la primera parte, el asunto le hizo gracia. No así su suplencia, claro. Ni los 72 minutos que tuvo que esperar para asomarse por ese partido vital para el destino de su selección. Él había regresado a su combinado nacional para poder jugar su último Mundial. Tendrá que esperar un poco más para cumplir su último sueño.

Y otro niño, este de 17 años, nacido no muy lejos de allí, en Los Palacios concretamente, pudo haber salido a hombros, coronado en la noche clave para la selección. «El futuro es esperanzador. Tengo cincuenta jugadores y va a ser difícil seleccionar. Hay un mix maravilloso de veteranos ejemplares y jóvenes increíbles. Hoy en su tierra Gavi ha hecho un partido único para un tío de 17 años. Ha nacido para jugar al fútbol», suspiraba el técnico asturiano, tras el cuarto partido del chaval como internacional.

Y la fiesta, desbordada sobre el césped, prosiguió en el vestuario del estadio de La Cartuja. El mismo, donde, en cierto modo, la España de Luis Enrique echó a volar allá por junio, a pesar de las dificultades. «Para nosotros estar en este Mundial es un título. Creo que hoy cerramos un ciclo», concluía el seleccionador nacional, que dentro de un año, por estas mismas fechas, estará sumergido en la preparación del Mundial de Qatar.

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