La estadística prometía goles en la noche del Santiago Bernabéu. El Real Madrid y el Sevilla, primero y segundo clasificado de la Liga Santander, eran hasta este fin de semana los equipos más goleadores del campeonato, en unos datos que explican por qué es el duelo anotador del torneo por excelencia. Ningún otro enfrentamiento de la Liga ha generado tantos goles en todo el siglo XXI: 165 en 41 duelos. Una fiesta del fútbol en la que el Sevilla acumula once años sin vencer en Chamartín y a la que se sumaron Karim Benzema, en plena previa de la ceremonia de un Balón de Oro que, parece, no ganará, y Vinicius Júnior, en la efervescencia de su explosión como joya mundial.
El francés, campeón de la Nations League, semifinalista de la Champions, subcampeón de Liga y pichichi del torneo español, vio puerta una jornada más, amplió su distancia en la tabla de anotadores y estará este lunes en el podio del trofeo al mejor jugador del mundo. Unos metros detrás de Benzema, Militao saltaba eufórico por lograr las tablas ante el Sevilla. Bono no había conseguido atajar su disparo y Benzema aprovechó el error del portero para establecer el 1-1. El grito enloquecido del central brasileño despertó al Madrid.
«¡Fuera! ¡Fuera! ¡Vamos carajo!». Es complicado escuchar una sóla palabra de algún futbolista desde las gradas del Bernabéu, pero Militao lo consiguió, generando algunos murmullos en el público. El aficionado madridista todavía vive sorprendido por la evolución del defensa, que protagonizó una temporada espectacular tras la lesión de Ramos y ya se ha afianzado como auténtico líder de la zaga. Comparte galones con David Alaba, pero dirige y no se amedrenta. El mal día de Carvajal, su compañero por la derecha, le obligó a actuar de psicólogo y a aplaudir a su lateral durante cada acción de la primera parte. La indecisión defensiva en el solitario cabezazo de Rafa Mir para el 0-1 no hundió a Militao, sino que repitió la versión sobresaliente de los últimos meses ante una ofensiva sevillista que no cesaba. Ya no queda nada de aquel mareo por los nervios en la rueda de prensa de su presentación.
Más enfadado estaba Vinicius, aunque en su caso con el árbitro, Sánchez Martínez, al que pidió explicaciones en el descanso. Su enfrentamiento con Montiel, brasileño contra argentino, generó infinitos encontronazos en los que el madridista no brilló. El delantero sumó su 18º encuentro consecutivo como titular, en este caso en un tridente con Benzema y Asensio, símbolo inequívoco de lo indispensable que es ahora mismo para Ancelotti. Los rivales están más pendientes de él y lleva varios partidos en los que le cuesta entrar en juego con regularidad, pero sus arrancadas son lo más celebrado por la grada del Bernabéu. «No quiero dar descanso a un jugador que no está cansado. En marzo o abril ya veremos», explicaba el técnico antes del duelo. Alto y claro. Mientras, Vinicius seguía desesperado con Montiel, sin saber todavía lo que la noche le tenía reservado.
En un acercamiento ya habitual, Davide Ancelotti caminó hacia su padre. Era el minuto 66 y el Madrid sufría ante un Sevilla crecido. El hijo volvió al banquillo y de él salió a calentar Camavinga, que se unió a los ejercicios que ya llevaba unos minutos haciendo Fede Valverde, de vuelta después de sufrir un esguince de rodilla en el clásico del Camp Nou, el pasado 24 de octubre. En el 73, francés y uruguayo fueron los primeros cambios de Ancelotti, que sentó a Modric y Asensio, sufriendo ya el desgaste físico del partido.
El empuje de los cambios lanzó al Madrid y en el minuto 87 llegó el delirio. Balón largó de Militao, Vinicius controló con el pecho, avanzó y disparó desde fuera del área a la escuadra izquierda de Bono para culminar la remontada de su equipo. Su noveno gol en Liga. Locura en el Bernabéu. «Illa, illa, illa, Vinicius maravilla!», cantó Chamartín, exultante al ver a su adolescente convertido en joya del fútbol mundial. Él, mientras, bailaba frente al banderín del córner y Militao, de nuevo Militao, lanzaba una patada al aire para celebrar el tanto.
Es el año de Vinicius, al que Ancelotti premió sacándole del campo para que fuera ovacionado. «¡Viiiiiini! ¡Viiiiini!», siguió el público. Carletto abrazó a su pupilo y le dijo algo al oído. El triunfo era suyo. «Ha sido un partidazo», admitió Casemiro, que elogió a Lopetegui, su exentrenador. «El Sevilla sabe muy bien a lo que juega y tiene un entrenador espectacular, al que quiero mucho». El compatriota de Vinicius también tuvo palabras de cariño para su protegido en el vestuario. «A veces los grandes con una mínima oportunidad hacen un golazo, hacen la diferencia», destacó.
Ancelotti admitió que fue «un gol extraordinario», pero que «Vinicius no ha jugado el partido que todos esperábamos, aunque ha seguido concentrado». «Tiene algo especial. Lo de esta noche es un paso más para ser de los mejores del mundo, ha mostrado calidad en una cosa que no había mostrado hasta ahora y lo importante es que esté centrado en cada partido», explicó Carletto.
MONCHI, ENFADADO
Monchi, director deportivo del Sevilla, se mostró molesto por un penalti no señalado sobre Ocampos. Según el directivo sevillista, Alaba había derribado a su futbolista. Monchi: «Cualquiera que lo vea ve que hay contacto y es penalti. Es muy claro. Hay una zancadilla. No es mi versión, es la versión de cualquier persona que sea objetiva. Imagino que Butragueño te dirá que no. No estamos teniendo mucha fortuna con las decisiones del VAR. Lo justo hubiera sido una victoria del Sevilla», valoró. Mienras, Ancelotti recordó que «este fin de semana han habido algunos errores».
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