Nieva en la Liga tras el derbi ganado por el Real Madrid a un Atlético del revés

El conjunto de Ancelotti penaliza los errores defensivos del Atlético y deja a 13 puntos a los rojiblancos y a 18 al Barcelona / Los errores defensivos, groseros, clave en los goles.

Benzema marca el primer gol del Madrid al Atlético.

Nieva en la Liga cuando todavía no ha llegado la Navidad. Esto se pone blanco, blanco nuclear, después de un derbi que afianza a un Madrid a la antigua, en el que el once se recita de carrerilla, aunque sea sin Hazard, pero con Modric en la mejor barrica de la bodega, Benzema aliado con el gol incluso a la pata coja, Courtois de mástil y Vinicius en conexión con la pelota y el Bernabéu. El día que no corre o marca, asiste. Tras su victoria, ya son 13 puntos sobre el Atlético y 18 sobre el Barça, aunque ambos con un partido menos. Es menor la distancia sobre Sevilla y Betis, pero todavía no se sienten aspirantes. Ojalá en adelante lo sean. El campeón, de momento, deja el derbi desnaturalizado.

El Atlético cometió errores que son como traiciones de la propia sangre. De esa forma los siente, los padece Simeone cuando observa que su equipo niega su ser, todo lo que le ha hecho instalarse entre los grandes de Europa, donde antaño estuvo sólo de paso. El mejor Atlético del Cholo era un Álamo, un equipo descifrable pero impenetrable. Ahora no es de ese modo. Tiene más punta que nunca, aunque cuando la afila encuentre a un viejo conocido, Courtois, pero no avanza con la armadura de antes. Este último paso por el Bernabéu, un derbi en el que pasaron pocas cosas, jugado entre iguales, le puso frente al espejo.

Fue el instante en que Koke, un eslabón que enlaza las dos Ligas de la era Simeone, falló. Un mal pase por el centro, un robo y un lío, porque quien se beneficia es Modric. ¡Arriba periscopio! El croata es un almirante al que no le importa trabajar como un grumete, a los 36 años. Es un curso y una lección en sí mismo. El balón sale de sus pies y transita a un toque, pero el Atlético no está desprevenido, con mucha gente por detrás de la pelota, al tratarse del inicio de la jugada en la salida de balón. No hay razones para la alarma rojiblanca, aparentemente, pero lo que sucede a continuación lo contradice. La precisión del Madrid en la transición del balón no lo explica todo, tampoco la de Benzema en su golpeo. Los jugadores del Atlético, en franca superioridad, hasta seis para uno, repliegan fatal, siempre a merced de la última decisión de sus rivales. Asensio toca para Vinicius, profundiza y centra el brasileño al lugar donde Benzema, sin oposición, tiene tiempo de todo: acomodarse, pensar y marcar.

ASENSIO CALZA UN MAUSER

Había pasado apenas un cuarto de hora de partido, dominado por el Atlético. Menos tiempo transcurrió tras el descanso para que otro fallo en la zaga rojiblanca permitiera al Madrid su especialidad: correr y asociarse en velocidad. Felipe se excedió en el achique defensivo, Kondogbia cedió frente al cuerpo de Jovic, al que había dejado su lugar Benzema, y Vinicius abrió la pelota para la llegada de uno de los futbolistas con mejor golpeo. Asensio puede ser intermitente, lo es, pero calza un Mauser en lugar de una bota. Dos goles de ventaja para el Madrid en un derbi algo descafeinado, porque habían pasado pocas cosas. Apenas una parada de Courtois a un lanzamiento de falta de Griezmann y unas manos de Oblak en una llegada de Vinicius.

La coartada para el Atlético, al margen del cansancio de Oporto, es la provisionalidad en el área, con Kondogbia de improvisado central, dadas las ausencias de Savic y Jiménez, que son como la quilla de un velero. Para Simeone, seguro, no es un consuelo. En efectivos partía en clara desventaja con respecto a Ancelotti, que ha estabilizado el once y el equipo. No es hombre de experimentos el italiano. La pasta, al ‘dente’, como su Madrid. Benzema lo estaba, aunque fuera para un rato, y cumplió. No puede decirse que el Madrid controle los partidos, pero los gana y sabe con quién y cómo hacerlo, las dos cosas que más alimentan la confianza. Ahora es la contra. En el Atlético, en cambio, hay más dudas, lo que ha implicado un tremendo desgaste, físico y emocional, a causa de la Champions. La Liga no se puede ganar todos los años. La identidad, sin embargo, ha de ser eterna.

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El Atlético entró duro en el partido, con buen ritmo de juego y presión alta, pero le fallaron piezas clave para convertir todo eso en peligro real. Sobre todo, Carrasco y Griezmann. Ambos fueron retirados por el técnico en el descanso, porque el equipo necesitaba más juego interior. Hasta entonces, únicamente los esfuerzos de Marcos Llorente, en la derecha, habían llevado profundidad. Era necesario algo más por el centro y la izquierda. Un buen momento para Joao Félix. La calidad necesita únicamente minutos. El portugués encontró un pasillo con la mirada taurina del engaño y Cunha volvió a probar el tono de Courtois, cuya respuesta fue buena, muy buena. El belga estaría de nuevo en su lugar ante Lemar o Joao, ya en el desenlace.

La situación de Joao es un debate, pero un debate con sordina dada la jerarquía de este entrenador-mesías. La única realidad es que cuando está en el campo pasan cosas distintas, aunque antes deba el equipo recuperar otras. Jamás lo habrá con Luis Suárez, pero los problemas físicos le permitieron sólo un tiempo que ya era el tiempo del Madrid, seguro incluso cuando se siente dominado. Eso es un líder.

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