La afición de EEUU prefiere ver la Premier y las audiencias del torneo doméstico sufren. Beckham y su Inter de Miami, punto de inflexión.
Casi 50 años después de que Pelé, rechazando a Juventus y Madrid, dejara el Santos para intentar revolucionar el soccer, el fútbol de Estados Unidos sigue en una pelea constante consigo mismo. El territorio en el que reinan las mayores estrellas de todos los deportes, desde LeBron James a Tom Brady, todavía necesita encender la televisión para ver a los mejores futbolistas del mundo.
En sus pabellones y estadios se ve el mejor baloncesto gracias a la NBA, el mejor fútbol americano en la NFL, el mejor béisbol en la MLB, el mejor hockey hielo en la NHL… Y a sus pies llega el gran espectáculo de la Fórmula 1 (Miami y Austin), los mejores tenistas del mundo (US Open), la elite del golf (Masters de Augusta, Campeonato de la PGA y US Open), las grandes veladas de boxeo en Las Vegas… Pero los primeros clasificados del Balón de Oro sólo visitarán el césped norteamericano para la pretemporada del mes de julio.
Para disfrutar del balón en sus ciudades, a los aficionados de Estados Unidos sólo les queda la MLS (Major League Soccer), su torneo de fútbol, única y pobre salvación a la que Gareth Bale aterriza ahora como último mesías de la pelota yanqui. El británico, que ha terminado contrato con el Madrid después de ganar cinco Champions, ha fichado por Los Angeles FC, líder de la Conferencia Oeste que también acaba de firmar a Chiellini, ex de la Juventus. A sus 32 años, jugará en Hollywood hasta el verano de 2023 con la idea de mantener la forma hacia el Mundial, que comienza el 21 de noviembre, 15 días después de la final de la MLS, una cronología perfecta para Bale.
En su equipo se encontrará con Carlos Vela, ex de la Real Sociedad convertido en estrella de un campeonato que intenta convencer a estrellas jóvenes pero que termina cediendo ante el lógico foco mediático del fútbol europeo. La solución: la misma que hace 50 años con Pelé. Negociar con estrellas veteranas y firmar a los jóvenes que no quieran dar el salto a Europa (pocos). De esta manera, el torneo brillará la próxima temporada con Bale, Chiellini, Vela, Chicharito (Galaxy), Higuaín (Miami), Insigne (Toronto) o Shaqiri (Chicago), mejores futbolistas una liga que vive una profunda crisis de audiencias.
UN NUEVO CONTRATO TELEVISIVO CLAVE
El contrato firmado con ESPN, Fox y Univision a cambio de 90 millones anuales finaliza esta temporada y en la MLS soñaban hace unos meses con un acuerdo que rozara los 300 millones, pero las últimas informaciones apuntan a una cifra que rondará los 150. Mejor que la anterior, pero lejos de lo estimado. El campeonato, que ha crecido hasta las 28 franquicias y pretende llegar a 30, no cala entre los aficionados al fútbol del país, que prefieren ver por televisión la Premier League o la liga mexicana. El pasado abril, el derbi de Hollywood entre los Galaxy y Los Angeles FC reunió a 477.000 personas en Fox, un 0,10 de share. Ese mismo día, el duelo entre el City y el Liverpool sedujo a un millón de espectadores y llegó al 0,4 de share. Según las mediciones, los partidos de la MLS apenas superan los 200.000 espectadores de media. En un país acostumbrado a disfrutar del mejor deporte, su liga de fútbol no se acerca a la elite a pesar de la búsqueda de hueco mediático, cambiando calendarios para no coincidir con las fechas clave de la NBA (junio) o la NFL, que empieza en septiembre y termina en febrero. Pero ni así.
La llegada del Inter Miami a la liga, con Beckham como propietario aprovechando el descuento que le prometió la MLS cuando firmó su contrato con los Galaxy, pretende ser un punto de inflexión para el campeonato. De momento, el equipo del inglés tiene a Higuaín como estrella y una plantilla de bajo coste, pero trabaja para convencer al que puede ser el gran salvador del fútbol estadounidense: Leo Messi, que podría llegar acompañado de Suárez, Busquets y Alba. Es el gran sueño americano.
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